viernes, 25 de septiembre de 2009

TITULOS Y LA INCONCIENCIA

TITULOS
Toda la vida me he quejado de aquellos seres que esperan ser tratados como doctor (y lo peor es cuando se creen doctores en leyes!): doctor por favor, como diga doctor, ¿a dónde doctor?... ¿que se creen? ¿A que lugar del mundo aspiran llegar con esta ridiculez?, Quieren que todo gire alrededor de ellos

La cosa empeora si son empleados públicos, debido a que son seres minúsculos escondidos tras escritorios tres generaciones mas antiguos que ellos, esperando ser idolatrados por aquellos que pagan impuestos y tienen el derecho adquirido a exigir sus servicios,

Pero ellos son quienes tienen el sartén por el mango, debido a la triste y patética situación dada por la posición en la que se halla el usuario, si no se es respetuoso, adulador, servil, zalamero, arrastrado, lambón, lisonjero, limpia sacos y mísero, usted está expuesto a ser tratado mal o simplemente a no ser atendido

Estamos a merced del empleado público de medio pelo, que no es un profesional sino que accedió a su puesto por algún favor burocrático y por gracias de la vida aún continua ahí.

De la manera más sincera elevaré una queja a estos obtusos, lentos, ineficaces, infructuosos, zalameros, pusilánimes, precarios, desgraciados y desagradables sujetos, pero eso sí, evitaré que tomen represalias duras contra mí, puesto que enviare mi carta con normas icontec, bien espaciada, en total orden, membreteada y por si fuera poco titulada con “doctora

de autor desconocido

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